La obra fue encargada a Sandro Botticelli, gran pintor renacentista italiano, por Lorenzo di Pierfrancesco de Medici. Se trata de una pintura con múltiples interpretaciones filosóficas, mitológicas e históricas. Incluso la variada y abundante flora en ella no está puesta al azar.
Los nueve personajes que se encuentran en la obra están distribuidos en una composición rítmicamente equilibrada, armada de forma simétrica. Venus marca el eje central de la composición, que se apoya en un espacio frondoso donde abundan frutos y flores de la estación que dan sentido a la composición.
Símbolo de la primavera, asociada con el amor y la belleza, más tarde pasó al cristianismo como un símbolo mariano de pureza. Esta planta perenne de gran fragancia representa a la unión matrimonial. En la pintura, este arbusto aparece rodeando a Venus, con quien se le asocia.
Aquí aparecen tres personajes: Céfiro, Cloris y Flora. Cloris y Flora son, en realidad, la misma persona. Según este mito, Céfiro, dios del viento, se enamoró perdidamente de la ninfa Cloris. Tal fue su obsesión que la obligó a casarse con él a la fuerza, haciendo que Cloris perdiese su libertad y su alegría
Esta obra está impregnada de la cultura humanística y neoplatónico de la corte de Lorenzo el Magnífico. Presenta una atmósfera de fábula mitológica en la que se celebra una especie de rito pagano, que rompe con la pintura religiosa cristiana, propia de la Edad Media. La crítica no se muestra de acuerdo sobre su exacta alegoría y se debate sobre su significado y, por consiguiente, su título. Si por un lado se produce un cierto acuerdo sobre la individualización de alguno de los nueve personajes representados, hay discusiones que han nacido a lo largo de los años, en particular a partir de la segunda mitad del siglo xix, sobre los referentes literarios más específicos y los significados que esconde la obra. Algunas teorías sostienen que el dios Mercurio —el personaje situado más a la izquierda— representa a Guiliano de Medicci, el hermano de Lorenzo el Magnífico, y que la gracia que mira al dios representa a su amante.
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